¿Cómo se Estudia el Desarrollo Infantil?

Los investigadores utilizan tres métodos primarios en el estudio del desarrollo con el fin de sacar sus conclusiones:

• estudios longitudinales
• estudios transversales
• estudios de casos

Los estudios longitudinales se refieren a estudios en los que a lo largo del tiempo se estudia a un gran grupo de niños con el fin de observar los cambios específicos que se producen. Los estudios longitudinales pueden examinar un solo aspecto del desarrollo o múltiples aspectos a la vez. Los datos se recopilan en dos o más intervalos de tiempo diferentes, pero normalmente el estudio analiza el desarrollo varias veces en el transcurso de varios meses o incluso durante toda una vida útil. Si bien algunos de los datos más valiosos sobre el desarrollo se han obtenido a través del uso de estudios longitudinales, debido a que estos estudios son tan completos y largos, tienden a ser muy costosos de llevar a cabo y pueden tardar décadas en poder para sacar conclusiones concretas. En última instancia, los estudios longitudinales tienen como objetivo sacar conclusiones que puedan generalizarse sobre una población.

Los estudios transversales se refieren a estudios en los que se hacen comparaciones en las habilidades y comportamientos de dos o más grupos de niños, siendo cada grupo de una diferente edad; por ejemplo, comparar las habilidades lingüísticas de los niños de dos años con las habilidades lingüísticas de los niños de cinco años para llegar a alguna conclusión sobre los cambios que ocurren entre las edades de dos y cinco años. Una ventaja de este tipo de estudios es que normalmente es menos costoso de llevar a cabo debido a que los estudios pueden realizarse en un periodo de tiempo muy corto: los investigadores no tienen que esperar a que los niños envejezcan. Un inconveniente de estos estudios es que los investigadores están comparando más manzanas con naranjas, en lugar de manzanas con manzanas.

Los estudios de caso se refieren a investigaciones en las que se estudia a un solo niño o un pequeño grupo de niños. Los estudios de caso son mucho más profundos y detallados que los estudios longitudinales, incluyen las condiciones contextuales relacionadas en las que se observa el desarrollo y se basan en datos de múltiples fuentes. Debido a que los estudios de casos se aplican solo a un solo o a un grupo muy pequeño de individuos, los resultados generalmente no pueden generalizarse a una población mayor (Berk, 2017; Crain, 2011).

Al observar datos de diversos tipos de estudios, es esencial entender la diferencia entre una correlación y una causalidad. El notable analista de mercado, Ben Yaskovitz, describe la diferencia como: “La correlación te ayuda a predecir el futuro, porque te da una indicación de lo que va a pasar. La causalidad te permite cambiar el futuro”. (Yaskovitz, 2013)

La correlación describe la relación entre dos o más variables que parecen estar relacionadas entre sí, pero una no necesariamente provoca que ocurra la otra. Por ejemplo, existe una correlación entre el consumo de helado y el ahogamiento (Yaskovitz, 2013). Parece que el consumo de helados sube y baja con la tasa de ahogamientos. No obstante, no hay nada en comer helado que haga que la gente se ahogue. En este caso, parece que hay otro factor involucrado: el clima. En ciertos climas y durante ciertas estaciones, las personas tienden a consumir más helados. Más personas en esos climas y durante esas estaciones tienden a dedicarse también a actividades relacionadas con el agua, y cuanta más gente participe en actividades relacionadas con el agua, más ahogamientos suelen ocurrir.  Los dos factores están relacionados, pero uno no hace que el otro suceda.

Una correlación errónea más famosa fue la que existe entre los olores desagradables y la enfermedad. Hasta finales del siglo XIX, antes de que la gente entendiera completamente la microbiología y los procesos de la enfermedad, se creía que los malos olores en realidad causaban la enfermedad; el aire de olor desagradable parecía enfermar a las personas, por lo que las dos ocurrencias estaban correlacionadas. Por supuesto, ahora entendemos que no es el olor lo que enferma a la gente, sino los factores que conducen al olor los que sí lo hacen. (ex. No es el olor a leche en mal estado lo que te hará enfermar, sino la bacteria en la leche la que produce el olor que lo hará.)